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Julian Alaphilippe, el ciclista que está sorprendiendo en este 2019

Foto cortesía

De niño el francés Julian Alaphilippe siempre estaba encima de una bicicleta, pero no soñaba con vivir de este deporte. Lo hacía por necesidad, porque en Montluçon (Francia), su pueblo, este era el medio de transporte. Sus habilidades sobre el caballito de acero aumentaron de manera natural, tras el repetir y repetir la rutina. Jo, su padre, músico de profesión, le recomendó que buscara un club de ciclismo, a lo que él accedió, pero sin la motivación de llegar a seguir los pasos de los grandes pedalistas de todos los tiempos, solo por hacer caso.

En su pueblo no ha habido tradición ciclística, en su familia tampoco. De hecho, hasta los 18 años era como la mayoría de los franceses, que la única carrera que siguen a lo largo de la temporada es el Tour de Francia. Con 13 y 14 años ganó muchas pruebas. Comenzó en el US de Florent-sur-Cher, luego pasó a hacer ciclismo de montaña en donde ganó la Copa del Mundo y fue subcampeón mundial. Con 17 años pasó al Armée de Terre, aumentó los entrenamientos con el equipo aficionado y tras mostrar buenas cualidades fue contratado por el hoy llamado Deceuninck – Quick Step.

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De no ser ciclista hubiese sido mecánico de bicicletas. Durante dos años, antes de firmar su primer contrato con un equipo, trabajaba en la única bicicletería de su pueblo. Una mañana pasó por ahí, le contaron que estaban buscando a alguien y él se ofreció. Le pagaban poco, pero él disfrutaba de esa labor, tanto que le hubiese gustado vivir de eso, pero su talento lo llevó mucho más lejos de lo que esperaba.

Su proceso ha sido la típica transformación de un gregario que se convirtió en líder. Su sueño es el de ganar grandes vueltas, pero desde hace un buen tiempo pasó a ser un clasicómano (experto en competencias de un día) y un corredor que busca ganar etapas.

Sobre sus hombros siente la presión dela afición francesa, que lleva años esperando a un superciclista tipo Bernard Hinalut, que sea capaz de ganar la ronda gala. Thibaut Pinot y Romain Bardet, quienes lideran la generación actual, no han sido capaces de lograrlo, y sus buenos resultados en esta temporada han convertido a Alaphilippe en el centro de atención y la ilusión de todo un país.

En este 2019 ha conseguido nueve victorias, entre ellas las clásicas de un día Strade Bianche, Milán-San Remo y la Flecha Valona, esta última ayer. “Ha sido un triunfo especial, el segundo en una prueba tan importante. Llevo un año con muchos éxitos. Ha sido clave la colocación final y el trabajo de todo el equipo. Enric Mas ha estado fantástico”, dijo el campeón al cruzar la meta.

A pesar de los buenos resultados, la fama y de todo lo grande que viene para él, sigue siendo un tipo tranquilo que vive en Montluçon, en donde es famoso y todos creen que podrá ser el hombre que vuelva a poner el ciclismo francés en lo más alto. Ya no comparte casa con sus padres y hermanos, pero sigue siendo ese tipo familiar que disfruta de las cosas sencillas, de un buen atardecer, un libro interesante, una serie o una película. “En el ciclismo la clave es que “hay que tener suerte y saber elegir el momento clave”, asegura. En este año ha tenido justamente esa habilidad de actuar en el momento preciso, así quiere seguirlo haciendo por siempre.